Benidorm, jubilo para jubilados; por lo menos en estas fechas.

El día 11 del 11 del 2011, Fernando y yo nos fuimos a pasar el día a Benidorm, pueblo situado a cincuenta y tres kilómetros de Denia. Paseo y comida os va a contar nuestras vivencias de este día.

Al llegar nos encontramos con anchas avenidas rodeadas de altos edificios y mucha gente por la calle.

Aparcamos en la Avenida del Mediterráneo. Otra gran avenida muy cerca de la playa de Levante, a donde seguidamente nos dirigimos.

Encontramos  muchísima gente en la zona de la playa. Claro, que el día acompañaba porque el sol nos obsequió generosamente. Así que la gente disfrutaba paseando, tomando el sol en la arena, e incluso bañándose. Nosotros no llegamos a tanto...

Nos sorprendió el comprobar que la mayoría de las personas superaban una edad bastante alta...  ¡Ya es edad y tiempo para disfrutar! sino... ¿para cuándo lo vamos a dejar?

También pudimos contemplar  varias esculturas en la arena que nos parecieron preciosas ¡mirad esta!

Recorrimos el paseo marítimo hasta llegar a un  mirador desde el que se ven las dos playas, la de levante y la de poniente. En este  Mirador de la Punta del Canfali situado en   la gran roca que divide las dos playas se asentaba la fortaleza que servía de defensa ante las incursiones de piratas argelinos y berberiscos, desde los siglos XIV, al  XVI. Posteriormente el Castillo fue abandonado, quedando en la actualidad sólo algunos restos de las murallas, que permanecen yaciendo sobre las rocas del mirador; unos cañones nos lo recuerdan. 

 Nosotros pudimos disfrutar de un concierto de arpa, en este precioso y soleado mirador, hoy  conocido también como balcón del Mediterráneo. 

Visitamos también  la Iglesia de San Jaime y Santa Ana. Se sitúa en la parte superior y antigua del pueblo, en lo alto del cerro Canfali. Fue construida entre 1740 y 1780 tras producirse el hallazgo de la Virgen del Sufragio, patrona de Benidorm.

Comimos en el restaurante Rías Bajas,  cerca del mirador. Un menú de tres platos con postre y bebida, solo por once euros. Estaba bastante bien, sobre todo pudimos reponernos después de la paliza de andar que nos dimos. 

Por cierto, vimos que alquilan una especie de sillas con motor de tres ruedas para que las personas mayores o discapacitadas puedan disfrutar de los paseos. Todo un acierto, pues circulaban muchos por el paseo marítimo y por el resto de calles de este pueblo.

Terminamos esta bonita  jornada, tomando un café en la playa de Moraira, Pero otro día visitaremos tranquilamente este pueblo y ya os contaremos.